
02 Feb Azúcar, dulce y salud
El dulce es necesario para las personas.
En esta afirmación coincidimos los terapeutas emocionales, la medicina china y los profesionales de la ayuda en general. El dulce tranquiliza, produce placer y nutre energéticamente el bazo y el páncreas.
Nuestro cuerpo busca el sabor dulce.
Aunque nos parezca extraño, el consumo de azúcar refinado tal y como lo entendemos hoy en día es relativamente reciente. Su presencia en bebidas y conservas, el aumento de la bollería industrial y la costumbre de ofrecer dulces de forma masiva tiene solamente unas pocas décadas.
La ciencia de la alimentación es también relativamente reciente. Descubrimientos realizados muestran que el azúcar está involucrado en procesos fisiológicos poco deseables como la tendencia a la obesidad, la desmineralización, el debilitamiento del sistema immunitario, la resistencia a la insulina…En el año 2015, la OMS propuso un Nuevo Código Europeo para prevenir los procesos cancerígenos en el que proponía aumentar la ingesta de fruta, legumbres, cereales y verduras. También recomendaba evitar las bebidas azucaradas y la carne procesada, limitar la carne roja y los alimentos de alto contenido calórico.
Claramente, la solución no es utilizar edulcorantes sintéticos como la sacarina o el aspartamo si queremos avanzar hacia una una dieta hipotóxica. Entonces, ¿qué hacemos para satisfacer nuestra legítima necesidad de dulce?
Frutas y verduras son una fuente inestimable de dulzor y podemos aumentar esta sensación deseada aprendiendo a cocinarlas adecuadamente. Existe amplio abanico de sabores sutiles por descubrir cuando dejamos de emmascararlos con el azúcar.
La mejor manera de disponer de la cantidad adecuada de sabor dulce para satisfacernos es una dieta basada en alimentos integrales de origen vegetal. Masticarlos adecuadamente nos ayuda a extraer su sabor dulce y natural gracias a la enzima ptialina presente en la saliva. Los carbohidratos complejos presentes en el grano, las legumbres y las verduras se vuelven más dulces cuanto más los masticamos.
El deseo de dulce irá disminuyendo y los alimentos simples y equilibrados serán suficientes para satisfacernos.
De forma paralela al descubrimiento de los efectos nocivos de grandes cantidades de azúcar para la salud, han emergido un gran variedad de endulzantes naturales que pueden adaptarse a nuestras necesidades. Ponemos en valor las cargas glucémicas bajas, la presencia de fibra y enzimas naturales y una baja o nula manipulación industrial.
Podemos empezar por las frutas secas: dátiles, orejones y pasas que aportan dulzor de calidad. También la estevia, que en su hoja guarda un amplio abanico de propiedades medicinales gracias a la presencia de esteviósido.
En nuestras preparaciones de postres y meriendas, las melazas de cereales o de verduras tienen un espacio privilegiado, junto a los azúcares como el de coco que aportan cargas glucémicas más razonables.
¿Y tú? ¿Como endulzas tu vida?
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