
14 Oct Meditación montserratina
Me paro frente a la montaña e intento sentir su solidez. Para ayudarme, me fijo cómo el aire entra por la nariz, y después en la forma que lo dejo ir.
La montaña me acompaña, transpiro su aliento. Ésta debe ser la Montserrat que todos llevamos dentro: tranquila, sosegada, nutritiva, viva y cambiante.
Respiro Montserrat y observo los cambios de estos días: los colores rojos del madroño y el granado, el serbal amarillento, el romero que vuelve a estar florecido
Los pensamientos van y vienen, juguetones. Los observo durante un rato y después me arrastran en caída libre, me pierdo en la desazón y los malos presagios.
Montserrat me devuelve al presente, esta vez es la hoja del roble que se desprende y cae hasta el regazo.
Debajo, el entramado de raíces me acuna y me sostiene. Encima, un cielo gris oscuro que habla de tormentas, truenos y riadas. En medio, haciendo de puente, yo y la montaña.
O quizás sólo Montserrat, quieta e inmutable.
¡Feliz otoño!
Autora
Rosa Montells
Terapeuta Gestalt con quince años de experiencia, miembro de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG). Instructora de Movimiento Consciente Río Abierto. Profesora de Cocina Natural y Energética. Licenciada en Farmacia.