
20 Abr Alegria y felicidad
Alegria i felicidad
Montados en la montaña rusa de las emociones, muchos hemos transitado temporadas convencidos que a la vida debíamos pedirle intensidad, adrenalina y alegría. Que si no visitábamos a menudo el desenfreno y los aplausos, nos estábamos perdiendo algo importante. Que de algún modo, la vida, nos debía un estado de enamoramiento perpetuo o al menos, pasión y entusiasmo.
Cuando, inevitablemente nos llegaba el dolor o la tristeza, contactábamos con el miedo o el desengaño, nos explicábamos que algo no estaba bien, que estabámos fracasando o éramos víctimas inocentes de algún dios enfadado. Permanecíamos en la desesperanza durante un tiempo que parecía eterno y, nuevamente, reencontrábamos en el brillo de una nueva ilusión, la promesa de la felicidad.
Con los años, algunos fueron madurando, otros necesitamos además realizar un proceso terapéutico y algunos más continúan dando vueltas en la montaña rusa, viven desengañados o en una especie de sordina.
Hemos aprendido a disfrutar los ratos de alegría cuando se presentan y esto es maravilloso, pero todavía lo és más haber comprendido que la felicidad no tiene que ver con todo esto.
Dicen que la felicidad son momentos. Momentos en los que todo se detiene y las cosas se dejan ver con una profundidad y textura diferentes. Momentos en los que la serenidad y la paz parecen abrazarlo todo. Momentos de presencia.
Ser feliz no es estar contento o que las cosas salgan como esperamos. Más bien es recordar ese espacio de calma interna al que podemos acceder para estar en paz. Recordar la confianza.
La felicidad es conciencia.
A menudo, en terapia, cuando los clientes comienzan a sanar, me dicen que su vida se vuelve más plana, sin tantos altibajos. Echan de menos la chispa del disgusto o la preocupación, del drama o la bronca, la adrenalina del estrés. Cada uno con su especialidad. Dejan de jugar a recrearse en la culpa y contactan con el vacío que emerge cuando todo esto se calma.
Se dan cuenta de cómo ponen en marcha los mecanismos neuróticos que los mantienen desconectados de si mismos y del cambio que supone no hacerlo. Ese poder les asusta.
¡Vamos bien! les digo.

Autora
Rosa Montells
Terapeuta Gestalt con quince años de experiencia, miembro de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG). Instructora de Movimiento Consciente Río Abierto. Profesora de Cocina Natural y Energética. Licenciada en Farmacia.